miércoles, 14 de noviembre de 2012

Las crónicas travestis de John Better


'Locas de felicidad': relatos con rímel, escarcha y desparpajo

El libro de relatos de este escritor barranquillero, es una de las nuevas propuestas en el círculo literario costeño.


I
Eso de llamarse John Better y de ser un escritor que anda por ahí narrando todo lo que les pasa a travestis, transformistas y Drag Queens que se ponen de nombres ‘La Bardot’, ‘La Marieta’, ‘La Clarissa’ y cosas por el estilo, debe no ser propiamente un oficio grato. Con ese apellido (Better) se podría pensar que las cosas están ‘Mejor’. Pero no, no siempre lo están. Mucha gente se escandalizó y ciertas cofradías de escritores apuntaron con sus flechas hacia el autor y sus letras.

El libro ‘Locas de Felicidad, crónicas travestis y otros relatos’ (Editorial La Iguana Ciega - 2009), recientemente lanzado en la Feria del Libro de Bogotá, costó sangre, sudor y otros fluidos que no es del caso mencionar aquí, pero que ahora pasó a engrosar la lista de obras literarias que tienen como protagonistas a estrambóticos personajes bañados en escarcha, pintados con rímel, calzados con tacones de 15 centímetros y que cantan canciones de Mónica Naranjo, Madonna o Cher. Y las críticas han sido positivas, como las de Eduardo Arias y María Elvira Arango. Better piensa que el escritor debe sospechar de todo, porque, además, la buena crítica también es como una trampa, y de trampas sabe mucho este joven nacido en Barranquilla en 1978, cuyas experiencias personales –unas malas y otras peores- nutrieron en parte el libro en cuestión.


Para el autor, los textos no son polémicos ni mucho menos escandalosos. La vida de muchachos que cumplen las fantasías sexuales de altos ejecutivos bogotanos o la decadencia de una travesti sesentona que sufre porque la Miss Colombia no consiguió el título de Miss Universo pese a que el vestido que usó fue diseñado por Alfredo Barraza, están documentados en el libro en medio de otras historias de felaciones,  tiros y pelucas. Su ritmo es vital y los textos suenan honestos. No se sabe con certeza cuánto de Better hay en las historias, pero él mismo afirma que formaba parte de todo eso. “Sentí que estaba hablando de algo natural, como habla de biología un biólogo o de química un químico”, dice.

‘Locas de Felicidad’ no surgió como un parto, más bien fue una labor de ciencia forense, según explica, como cuando alguien mete la mano en el agua estancada de los recuerdos y comienza a suceder algo parecido a una exhumación. La portada, obra de un pintor que en vida se llamó Gustavo Turizzo y quien murió de sida en el año 2000, fue hallada por él y una amiga en una casa abandonada que terminó siendo, por casualidad, el estudio del pintor fallecido.

Desde el prólogo, escrito por el artista plástico y poeta chileno Pedro Lemebel, sobreviviente de la dictadura de Pinochet y alabado por Roberto Bolaños y Carlos Monsivais, se entiende que en este libro el pudor no existe, que aquí todo está expuesto sin ningún velo que cubra las imperfecciones, como en este fragmento del texto ‘Si yo tuviera un enfermero’: “Y tenía razón el marica. Los allí reunidos éramos como una fea reproducción del sagrado ghetto: un séquito de apóstoles drogados por un lado, y por el otro, nosotras, una triada de Magdalenas lujuriosas, de Verónicas lascivas, dispuestas a socorrer los cuerpos santos que sudaban a chorros el caldo redentor de la yerba, esos ríos de agua viva que bajaban ingle abajo, pretina abajo, ahí donde las manos de las locas reptaban bajo el mesón apolillado, para luego desabotonar e ir en búsqueda de los pequeños saurios acurrucados en los calzoncillos”.

La prosa de Better, quien ya tiene publicado un libro de poemas en 2006 llamado ‘China White’, con la editorial mexicana Salida de Emergencia, es, a juicio del prologuista Lemebel, una seguidilla de “manotazos letrados”. “La letra homosexuada en su delirio escarlata eterniza el instante en la aspirada marmórea del baño disco, el manoseo muscular o el simple guiño de la pestaña travestonga que le da rienda suelta al relato”, dice su prólogo. Conoció a Lemebel a través del escritor Efraím Medina Reyes, quien le dio las coordenadas para encontrarlo. Un cruce de mensajes y un envío de sus textos a Chile sellaron esta unión que terminó en una visita del artista al Carnaval de las Artes de 2009 y posteriormente en la realización del prólogo a cargo de Lemebel.

II
Los Drag Queens y transformistas, genuinos outsider, renegados y relegados a permanecer al margen de lo aceptado por la sociedad, tienen una particular visión de esos estados espirituales como el triunfo y la derrota; el reconocimiento y la desgracia. Según Better, los personajes de ‘Locas de Felicidad’ encuentran la muerte, el maltrato y la tragedia en el camino de su búsqueda afanosa por el amor. Sin embargo, el autor no quiso dramatizar sobre el tema sino narrar lo que se vive en los círculos homosexuales de Barranquilla y Bogotá: “A veces el amor es (para ellos) un encuentro furtivo sexual en una sala de cine X, en un laberinto, en un sauna, en una discoteca”. Precisamente de una discoteca que queda cerca a la casa donde vive, Better extrajo detalles fundamentales que en ese momento no sabía que le servirían para libro alguno, sólo los vivía porque hacían parte de su cotidianidad. A ese lugar, en donde alguna vez fue el programador de la música –y aquí a aparecen otra vez, por supuesto, Madonna, Cher, Mónica Naranjo…-, iban los gays que no podían pagar el cover de los bares del norte de Barranquilla, entre ellos personajes exóticos como ‘La Caroline’, un buda travesti enorme de 200 kilos. En el mundo de los homosexuales se acentúan las diferencias sociales.

Escribir sobre submundos siempre ha tenido un encanto especial para los escritores de todas las generaciones. El autor de ‘Locas de Felicidad’ asegura que no quiso usar la provocación como arma para irrumpir en la órbita literaria ni local ni nacional, ni para hacerse un lugar entre los escritores que dominan el mercado de los libros. Sobre el mercado, Better opina que “es para las papas” y no para las obras literarias. Usa términos como “mafia de burgueses” y “buenos comerciantes” para referirse a aquellos autores que aparecen en los periódicos como la nueva generación de escritores colombianos. Sustrayendo de la lista a Héctor Abad Faciolince, Better no separa las obras de Jorge Franco, Mario Mendoza y Santiago Gamboa de la ola de textos sobre narcotraficantes y prepagos que hoy por hoy inundan las estantería de librerías y supermercados.

III
En Colombia ya hubo literatura con temáticas homosexuales. La primera novela gay del país la escribió Fernando Molano, llamada ‘Un beso de Dick’. Jaime Manrique Ardila esbozó el tema en ‘El cadáver de papá’. Mucho más reciente es la aparición del libro ‘Al diablo la maldita primavera’, de Alonso Sánchez Baute, con elogios de la crítica y cierto éxito comercial. A Sánchez, nacido en Valledupar pero residente en Bogotá, lo une una amistad que se ha ido acrecentando con el tiempo, tanto así que fue uno de los primeros lectores de ‘Locas de Felicidad’ y uno de aquellos que lo alentaron en el difícil proceso de escribir para un público y no sólo para el mismo autor, que es al fin y al cabo la diferencia entre un escritor de verdad y un principiante


Las problemáticas que rodean a un personaje adolescente que se asume gay tiene rasgos comunes en casi todos los autores que se han sumergido en el tema. La aceptación de sí mismo, las relaciones familiares, el rechazo y la lucha diaria por triunfar, matizan los contenidos de novelas y obras de esta naturaleza. Todo eso está presente en este libro, sobretodo en un texto titulado ‘No me llames hija’, tal vez el mejor momento del libro. En él está presente el mundillo infantil lleno de piñatas y disfraces donde todo comenzó, seguido de una narración paralela de la vida del protagonista convertido ya en transformista, en pasajes donde muerde el polvo, sufre, goza y luego se desquita de la vida en un decadente reinado de belleza que sólo existe en su mente mientras lo llevan preso: “Ahora, mientras tu padre levanta el brazo de la justicia con un fajón de gruesa chapa metálica, Martín recuerda con cada fajonazo los besos de Leonardo, la cara de espanto de la profesora Linette al encontrarlos pegados en el baño del colegio. ¿Es que el varón de la casa va a ser una mariquita de tutú y zapatillas? La carne se abre al amor, a un cuchillo, a los golpes de un padre que quiere corregir el asunto. Es tu padre, no puedes odiarlo, dice una voz dulce que te asiste, al tiempo que sus manos colocan pomadas con sal sobre tus heridas, son los cuidados de una mujer que escupe casi sangre, la única persona que te entiende en este mundo”. 

No es la idea de John Better convertirse en un activista político de la lucha gay, aunque dice estar interesado en que se respeten los derechos de los homosexuales. “No sólo es salir desnudo por la calle en una marcha en tanga, y después qué, no todo es la fiesta o el supuesto orgullo gay. Yo estoy haciendo desde la literatura mi propio activismo”.

Destaca en el panorama actual nacional a Andrés Felipe Solano, crítico de diferentes publicaciones literarias y autor de la novela ‘Sálvame Joe Luis’, una de las preferidas de Better en la actualidad. Aunque admite que su más reciente “adicción” es la obra del norteamericano de origen dominicano Junot Díaz, quien ganó el pulitzer con ‘La prodigiosa vida breve de Oscar Wao’, sin olvidar las relecturas de Pedro Lemebel, recurrente en su mesa de noche.

Jorge Mario Erazo

Publicado el 13 de septiembre de 2009 en el Magazín Dominical de El Universal.

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