'Locas de felicidad': relatos con rímel, escarcha y desparpajo
I
Eso
de llamarse John Better y de ser un escritor que anda por ahí narrando todo lo
que les pasa a travestis, transformistas y Drag Queens que se ponen de nombres
‘La Bardot’, ‘La Marieta’, ‘La Clarissa’ y cosas por el estilo, debe no ser
propiamente un oficio grato. Con ese apellido (Better) se podría pensar que las
cosas están ‘Mejor’. Pero no, no siempre lo están. Mucha gente se escandalizó y
ciertas cofradías de escritores apuntaron con sus flechas hacia el autor y sus
letras.
El
libro ‘Locas de Felicidad, crónicas travestis y otros relatos’ (Editorial La Iguana
Ciega - 2009), recientemente lanzado en la Feria del Libro de Bogotá, costó
sangre, sudor y otros fluidos que no es del caso mencionar aquí, pero que ahora
pasó a engrosar la lista de obras literarias que tienen como protagonistas a
estrambóticos personajes bañados en escarcha, pintados con rímel, calzados con
tacones de 15 centímetros y que cantan canciones de Mónica Naranjo, Madonna o
Cher. Y las críticas han sido positivas, como las de Eduardo Arias y María
Elvira Arango. Better piensa que el escritor debe sospechar de todo, porque,
además, la buena crítica también es como una trampa, y de trampas sabe mucho este
joven nacido en Barranquilla en 1978, cuyas experiencias personales –unas malas
y otras peores- nutrieron en parte el libro en cuestión.
Para el autor, los textos no son polémicos ni mucho menos escandalosos. La vida de muchachos que cumplen las fantasías sexuales de altos ejecutivos bogotanos o la decadencia de una travesti sesentona que sufre porque la Miss Colombia no consiguió el título de Miss Universo pese a que el vestido que usó fue diseñado por Alfredo Barraza, están documentados en el libro en medio de otras historias de felaciones, tiros y pelucas. Su ritmo es vital y los textos suenan honestos. No se sabe con certeza cuánto de Better hay en las historias, pero él mismo afirma que formaba parte de todo eso. “Sentí que estaba hablando de algo natural, como habla de biología un biólogo o de química un químico”, dice.
‘Locas
de Felicidad’ no surgió como un parto, más bien fue una labor de ciencia
forense, según explica, como cuando alguien mete la mano en el agua estancada
de los recuerdos y comienza a suceder algo parecido a una exhumación. La
portada, obra de un pintor que en vida se llamó Gustavo Turizzo y quien murió
de sida en el año 2000, fue hallada por él y una amiga en una casa abandonada
que terminó siendo, por casualidad, el estudio del pintor fallecido.
Desde
el prólogo, escrito por el artista plástico y poeta chileno Pedro Lemebel,
sobreviviente de la dictadura de Pinochet y alabado por Roberto Bolaños y
Carlos Monsivais, se entiende que en este libro el pudor no existe, que aquí
todo está expuesto sin ningún velo que cubra las imperfecciones, como en este
fragmento del texto ‘Si yo tuviera un enfermero’: “Y tenía razón el marica. Los allí reunidos éramos como una fea
reproducción del sagrado ghetto: un séquito de apóstoles drogados por un lado,
y por el otro, nosotras, una triada de Magdalenas lujuriosas, de Verónicas
lascivas, dispuestas a socorrer los cuerpos santos que sudaban a chorros el
caldo redentor de la yerba, esos ríos de agua viva que bajaban ingle abajo,
pretina abajo, ahí donde las manos de las locas reptaban bajo el mesón
apolillado, para luego desabotonar e ir en búsqueda de los pequeños saurios
acurrucados en los calzoncillos”.
La
prosa de Better, quien ya tiene publicado un libro de poemas en 2006 llamado
‘China White’, con
la editorial mexicana Salida de Emergencia, es, a juicio del prologuista
Lemebel, una seguidilla de “manotazos letrados”. “La letra homosexuada en su delirio escarlata eterniza el instante en
la aspirada marmórea del baño disco, el manoseo muscular o el simple guiño de
la pestaña travestonga que le da rienda suelta al relato”, dice su prólogo.
Conoció a Lemebel a través del escritor Efraím Medina Reyes, quien le dio las
coordenadas para encontrarlo. Un cruce de mensajes y un envío de sus textos a Chile
sellaron esta unión que terminó en una visita del artista al Carnaval de las
Artes de 2009 y posteriormente en la realización del prólogo a cargo de Lemebel.
II
Los
Drag Queens y transformistas, genuinos outsider, renegados y relegados a
permanecer al margen de lo aceptado por la sociedad, tienen una particular
visión de esos estados espirituales como el triunfo y la derrota; el reconocimiento
y la desgracia. Según Better, los personajes de ‘Locas de Felicidad’ encuentran
la muerte, el maltrato y la tragedia en el camino de su búsqueda afanosa por el
amor. Sin embargo, el autor no quiso dramatizar sobre el tema sino narrar lo
que se vive en los círculos homosexuales de Barranquilla y Bogotá: “A veces el
amor es (para ellos) un encuentro furtivo sexual en una sala de cine X, en un
laberinto, en un sauna, en una discoteca”. Precisamente de una discoteca que
queda cerca a la casa donde vive, Better extrajo detalles fundamentales que en
ese momento no sabía que le servirían para libro alguno, sólo los vivía porque
hacían parte de su cotidianidad. A ese lugar, en donde alguna vez fue el programador
de la música –y aquí a aparecen otra vez, por supuesto, Madonna, Cher, Mónica
Naranjo…-, iban los gays que no podían pagar el cover de los bares del norte de
Barranquilla, entre ellos personajes exóticos como ‘La Caroline’, un buda
travesti enorme de 200 kilos. En el mundo de los homosexuales se acentúan las
diferencias sociales.
Escribir
sobre submundos siempre ha tenido un encanto especial para los escritores de
todas las generaciones. El autor de ‘Locas de Felicidad’ asegura que no quiso
usar la provocación como arma para irrumpir en la órbita literaria ni local ni
nacional, ni para hacerse un lugar entre los escritores que dominan el mercado
de los libros. Sobre el mercado, Better opina que “es para las papas” y no para
las obras literarias. Usa términos como “mafia de burgueses” y “buenos
comerciantes” para referirse a aquellos autores que aparecen en los periódicos
como la nueva generación de escritores colombianos. Sustrayendo de la lista a
Héctor Abad Faciolince, Better no separa las obras de Jorge Franco, Mario
Mendoza y Santiago Gamboa de la ola de textos sobre narcotraficantes y prepagos
que hoy por hoy inundan las estantería de librerías y supermercados.
III
En
Colombia ya hubo literatura con temáticas homosexuales. La primera novela gay
del país la escribió Fernando Molano, llamada ‘Un beso de Dick’. Jaime Manrique
Ardila esbozó el tema en ‘El cadáver de papá’. Mucho más reciente es la
aparición del libro ‘Al diablo la maldita primavera’, de Alonso Sánchez Baute,
con elogios de la crítica y cierto éxito comercial. A Sánchez, nacido en
Valledupar pero residente en Bogotá, lo une una amistad que se ha ido
acrecentando con el tiempo, tanto así que fue uno de los primeros lectores de
‘Locas de Felicidad’ y uno de aquellos que lo alentaron en el difícil proceso
de escribir para un público y no sólo para el mismo autor, que es al fin y al
cabo la diferencia entre un escritor de verdad y un principiante
Las
problemáticas que rodean a un personaje adolescente que se asume gay tiene
rasgos comunes en casi todos los autores que se han sumergido en el tema. La
aceptación de sí mismo, las relaciones familiares, el rechazo y la lucha diaria
por triunfar, matizan los contenidos de novelas y obras de esta naturaleza.
Todo eso está presente en este libro, sobretodo en un texto titulado ‘No me
llames hija’, tal vez el mejor momento del libro. En él está presente el
mundillo infantil lleno de piñatas y disfraces donde todo comenzó, seguido de
una narración paralela de la vida del protagonista convertido ya en
transformista, en pasajes donde muerde el polvo, sufre, goza y luego se
desquita de la vida en un decadente reinado de belleza que sólo existe en su
mente mientras lo llevan preso: “Ahora,
mientras tu padre levanta el brazo de la justicia con un fajón de gruesa chapa
metálica, Martín recuerda con cada fajonazo los besos de Leonardo, la cara de
espanto de la profesora Linette al encontrarlos pegados en el baño del colegio.
¿Es que el varón de la casa va a ser una mariquita de tutú y zapatillas? La
carne se abre al amor, a un cuchillo, a los golpes de un padre que quiere
corregir el asunto. Es tu padre, no puedes odiarlo, dice una voz dulce que te
asiste, al tiempo que sus manos colocan pomadas con sal sobre tus heridas, son
los cuidados de una mujer que escupe casi sangre, la única persona que te
entiende en este mundo”.
No
es la idea de John Better convertirse en un activista político de la lucha gay,
aunque dice estar interesado en que se respeten los derechos de los
homosexuales. “No sólo es salir desnudo por la calle en una marcha en tanga, y
después qué, no todo es la fiesta o el supuesto orgullo gay. Yo estoy haciendo
desde la literatura mi propio activismo”.
Destaca
en el panorama actual nacional a Andrés Felipe Solano, crítico de diferentes
publicaciones literarias y autor de la novela ‘Sálvame Joe Luis’, una de las
preferidas de Better en la actualidad. Aunque admite que su más reciente
“adicción” es la obra del norteamericano de origen dominicano Junot Díaz, quien
ganó el pulitzer con ‘La prodigiosa vida breve de Oscar Wao’, sin olvidar las
relecturas de Pedro Lemebel, recurrente en su mesa de noche.
Jorge Mario Erazo
Publicado el 13 de septiembre de 2009 en el Magazín Dominical de El Universal.
Publicado el 13 de septiembre de 2009 en el Magazín Dominical de El Universal.
super profe.
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