Tiene el corazón a la derecha porque nació con sus órganos internos 'en desorden'.
Venir al mundo con el corazón latiendo del lado derecho no fue su principal encrucijada, sino el haber tenido que enfrentar, con apenas dos días de nacida, una riesgosa cirugía de la que dependía su vida. La situación no podía ser peor: era probable que muriera en pleno procedimiento, pero de no practicársela las posibilidades de sobrevivir eran nulas.
Por eso, cada cumpleaños de Giselle Barceló Cunha es como meta cumplida y una confirmación de que no hay verdades indestructibles, ni siquiera los dictámenes médicos.
"Mi mamá llora cada vez que cumplo años porque sufrió mucho cuando yo estaba a punto de nacer. Es duro que a uno le digan que tienen que operar a su hija recién nacida y que probablemente no sobreviva al procedimiento", dice Giselle.
La exreina del Carnaval de la 44 y presentadora de las transmisiones en directo del Carnaval de Barranquilla y de emisiones especiales del noticiero CV Noticias, nació con una hernia diafragmática que le detectaron a los siete meses de gestación por medio de una ecografía, examen que en 1983 apenas comenzaba a popularizarse.
El diafragma, una membrana formada por fibras musculares que separa la cavidad torácica de la abdominal, y de la que no nos percatamos nunca, no se le formó completamente, por eso nada impidió que sus órganos internos -a excepción del hígado y parte del intestino delgado- se movieran hacia arriba agrupándose en la parte superior de su tórax, empujando el corazón hacia la derecha, como lo tiene hoy en día.
Para colmo, uno de sus pulmones no se desarrolló completamente, lo que le impedía respirar con normalidad.
El impacto que causaron las palabras de los médicos en la familia Barceló -devastadoras, pero reales- les hizo aferrarse a Dios. La medicina no les daba esperanzas porque no era probable que una bebé con tres libras de peso y dificultades para respirar pudiera soportar una anestesia tan prolongada.
Al quirófano
A los dos días de vida fue intervenida quirúrgicamente en una operación que duró tres horas. Era el primer procedimiento de este tipo que realizaba Jaime Pombo Mackenzie, cirujano pediatra especializado en México, quien dos años más tarde sería reconocido por separar exitosamente a las primeras siamesas costeñas.
"En bebés con esta malformación si no se procede a la mayor brevedad el paciente fallece. Estos casos tienen una alta mortalidad, casi el 65%, y se presenta un caso por cada 4.000 nacidos vivos", explica el galeno.
Salió viva del quirófano, lo que para su familia y los médicos ya era todo un triunfo. "Me decían que esperáramos 24 horas a ver qué pasaba, después 48 horas, tres días. Hasta que el médico me comenzó a decir que estábamos ganando esta batalla", cuenta Margarita Cunha, madre de Giselle, quien dice que sólo un milagro celestial pudo unir tantas circunstancias a favor de la vida de su hija.
Permaneció tres meses en la Clínica del Seguro Social de Los Andes en observación. Le ordenaron a su mamá que la dejara llorar tanto como pudiera, para que los pulmones se desarrollaran, por eso el llanto de la pequeña se hizo famoso en toda la sala de neonatos.
Los cuidados eran extremos: no podía contraer gripa, por eso el contacto con la gente era mínimo; no podía comer lácteos ni granos, sólo comidas bajas en grasa; debía hacer natación y asistir a un sagrado control mensual con el médico que la operó, ritual que se prolongó hasta los 13 años, cuando comenzó por fin a sentir que le estaba ganando la partida a la fatalidad de la mano de una operación perfecta y una recuperación que su familia sigue atribuyendo a Dios.
Con una carrera consolidada
La mayoría de bebés que sufren de esta malformación terminan con un prominente abdomen cuando se reacomodan los órganos, pero no fue el caso de Giselle.
Con su operación a cuestas y una cicatriz, fue reina del Carnaval de la 44 en el año 2002, siendo quizá la soberana más recordada de este evento paralelo al Carnaval de Barranquilla. En junio de ese mismo año representó al Atlántico en el certamen de la Ganadería, en Monteria, donde gano varios premios entre ellos mejor cuerpo, mejor bailadora y cuerpo saludable.
Para su primer reinado, Amalín de Hazbún confeccionó un vestido que cubría armónicamente la cicatriz con canutillos y lentejuelas, pero el contoneo de sus caderas al son de la música la dejaba al descubierto, sin que mucha gente pudiera notarla debido al desenfrenado movimiento de su baile.
Una conocida revista para hombres quiso tenerla en sus páginas para que luciera su cicatriz como una parte más de su cuerpo que merece ser destacada, pero declinó la oferta.
"Para mí la cicatriz es la evidencia que tengo de que viví esa operación. Cuando era adolescente quería vestirme como las niñas de esa edad, que muestran su barriguita, pero no podía porque mi cicatriz era horrible. Quise quitármela, pero no pude", recuerda.
Su carrera como presentadora de eventos masivos como el Festival de Orquestas y noticieros como Las Noticias y CV Noticias, la mantienen como uno de los rostros permanentes del canal regional Telecaribe.
Poco a poco ha aprendido a vivir con su cicatriz y a saber que es la huella indeleble de dos posibles sucesos: un milagro del cielo o la maestría de un médico talentoso.
Es madre de una niña de 8 años, que ilumina con su gracia un hogar estable. Para serlo, debió recibir 'autorización' del doctor Pombo, quien consideró que teniendo los cuidados adecuados y con una cesárea, todo saldría sin contratiempos, como de hecho sucedió.
Hoy, con su corazón del lado derecho y una banda elástica que evita que sus órganos internos vuelvan a subirse a su cavidad torácica, vive una vida normal entre estudios de grabación, grandes auditorios a los que se enfrenta con soltura y jornadas extenuantes en todos los rincones de Barranquilla, a los que acude cada semana en su condición de asesora del programa de la Alcaldía Distrital 'Barrios a la Obra'. Es, en cuerpo y alma, una sobreviviente desde que vino al mundo.
Jorge Mario Erazo
Publicado en www.diarioadn.co el 30 de julio de 2012.
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